El moquillo es una enfermedad vírica contagiosa. Es necesario vacunar a los perros contra ella, ya que se trata de la primera causa de muerte de perros por enfermedad infecciosa.
El virus del moquillo canino se libera a través de todas las secreciones corporales. Se contagia generalmente por inhalación. Los más propensos a contraerla son los cachorros de entre 6 y 12 semanas de vida, ya que en este período los anticuerpos de la madre disminuyen y ya no les protegen suficientemente.
La mitad de los perros infectados por el virus del moquillo muestran signos leves de la enfermedad o ningún signo en absoluto. Esta enfermedad es más grave en perros desnutridos y mal atendidos, ya que disponen de menos defensas.
Los primeros síntomas del moquillo aparecen a los seis o nueve días de haber contraído la enfermedad, y en los casos más leves ni siquiera se aprecian.
En una primera etapa se produce un pico de fiebre que puede superar los 39ºC.
El perro sufre pérdida de apetito, apatía y secreción acuosa por los ojos y la nariz.
A los pocos días, la secreción se vuelve amarillenta, pegajosa y más espesa. El perro sufre una tos seca y pueden aparecer ampollas de pus en su abdomen.
Los perros que sobreviven al virus del moquillo pueden tener alguna complicación permanente relacionada con el funcionamiento del sistema nervioso, como convulsiones. Además, el virus puede causar daños permanentes en ciertos nervios de cuerpo, por lo que pueden tener problemas para desplazarse y controlar el movimiento de sus patas.
No hay riesgo de que un perro recuperado del moquillo contagie a otros, ya que no se convierten en huéspedes del virus.
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